30 julio 2011

(Tú no sabes lo que pasó aquella noche)



El picaporte bajo mi mano y yo firme tras la puerta, debatiendo conmigo misma si abrir o no. Solo era consciente de que los segundos continuaban pasando porque el reloj que estaba sobre la mesilla de noche de aquella habitación de hotel se encargaba de subrayarlos con un estruendo constante. Con esa melodía monótona de fondo yo me mantenía erguida, inmóvil, casi congelada, visualizando mentalmente el interminable pasillo y tu puerta, al final del todo. Tu puerta y su picaporte, idéntico al que en aquel momento yo estaba sujetando.

Quién sabe cuánto tiempo pude estar allí quieta, intentando armarme de valor para ir a buscarte. 

23 julio 2011

Oh, vaya. Olvidé decirte que ya no es necesario que sigas disimulando.



Te he estado observando durante siglos, escondida detrás de una lograda mirada de indiferencia.

No hace falta que sigas intentando engañarme.

En un descuido pude verte sin ese disfraz que llevas pegado a tus cinco capas de epidermis las veinticuatro horas del día.

Ya sé como eres. De verdad.



Laura Veirs
"I Can See Your Tracks"

13 julio 2011

Hoy en "Cosas de Telenovelas"... Feroces peleas entre féminas.


En mi casa, de toda la vida, cuando no se come en la cocina, manteniendo una conversación distendida como la gente de antes, se come en el salón, con la telenovela de la 1. Y no me avergüenzo de ello. La telenovela es un género televisivo digno de estudio. Lo digo con conocimiento de causa, que para algo he visto incontables culebrones desde que tengo uso de razón.

Hoy, aprovechando que estoy convaleciente en casa debido a un accidente muy tonto que he tenido (historia que ya contaré), me he puesto a ver vídeos varios de telenovelas, y he llegado a la conclusión de que merecían una sección propia en mi blog. Hay miles, millones de cosas que merecen el reconocimiento de alguien. Procedamos pues a ello. Doy por inaugurado el apartado "Cosas de Telenovelas".

Hoy me centraré en las salvajes peleas entre personajes femeninos, la piedra angular de todo argumento culebronístico. Aquí viene mi teoría:

"Al menos una vez por capítulo dos mujeres maquilladas como si hubiesen confundido las sombras de ojos con cubos de Titanlux y cabellera larga se insultarán a voz en grito, e incluso, podrán llegar a las manos"

Maldita peluquera:



Destacable:

- La naturalidad con la que comienza la escena. Un simple "hola" nos advierte que el diálogo que estamos a punto de escuchar es brillante.

- (Minuto 0:45) En este momento se condensa todo el dramatismo de la escena. No solo la dureza en las palabras de los personajes pueden llegar a estremecer al espectador. Estos golpes perfectamente estudiados y los gritos desgarradores de las damas en cuestión pueden hacer que uno se revuelva en su sofá.

Maldita lisiada:



Destacable:

- Al contrario que en la escena anterior, en "maldita lisiada" empezamos con un nivel máximo de tensión y fuerza. El personaje principal grita desmesuradamente hasta casi perder sus cuerdas vocales.

- Bien es cierto que guarda similitudes con el vídeo anterior. Una vez más, la palabra "maldita" seguida de otro calificativo adecuado al personaje en cuestión se emplea como insulto grave.

- Cabe destacar la fuerza descomunal de la protagonista de esta lucha, que no solo puede con la lisiada (lo cual no era complicado, las cosas como son), sino con toda una habitación llena de gente que podría haberla reducido sin problemas si eso en vez de ser una telenovela hubiese sido cualquier otra cosa.

Y para terminar, Maldita negra:



Aunque esto no sea una telenovela propiamente dicha, sí que contiene elementos que establecen un paralelismo claro. De este modo podemos vislumbrar los orígenes de todo esto.

Destacable:

- (Minuto 0:15) Ese movimiento de cabeza merece un Óscar.
- (Minuto 0:50) Sobra cualquier tipo de comentario.

09 julio 2011

Vas a hacerlo. Es Inevitable.


En cuestión de segundos levantarás la vista y acabarás conmigo.

Y ni siquiera te acercarás. No hace falta. Ya me sé esta historia.

Vas a atraparme en un instante. Vas a matarme. Vas a enfriarme la sangre, vas a cortarme la respiración, vas a nublarme el entendimiento y no podré ver a nadie más. A nadie más que a ti.

Lo harás en cualquier momento. Lo sé.

Te quedarás en silenco, inmóvil e impasible. Me mirarás. Me recorrerás desde la otra punta de esta sala.

Y yo me perderé en tu maldito laberinto.

Y no sabré salir. Y no querré salir.

En cuestión de segundos. Vas a hacerlo. Es inevitable.




Lissie - Everywhere I go


También puedes leer este texto en el nº 24 de la revista Must! Magazine

08 julio 2011

De repente tú no eres tú, eres otro.




Has crecido demasiado desde que te apuntaste en aquel cursillo acelerado para aprender a conducir por calles estrechas y oscuras. Has crecido tanto, tanto, que ahora me parece que eres demasiado grande para mí. Demasiado grande, demasiado astuto, demasiado distinto.

Y aun siendo así, has corrido tanto que desde este punto, el punto exacto en el que nos separamos, en vez de verte grande, te veo inalcanzable y diminuto como una hormiguita del tamaño de la uña de mi dedo meñique.

Pensándolo bien, quizá deba darte la enhorabuena. Siempre quisiste llegar lejos y lo has conseguido. Has llegado lejos, demasiado lejos.

Son muñecos y dan grimita.




Acabo de caer en la cuenta de que en muchos de mis posts hablo sobre escaparates que podrían dejar helado a cualquiera que pasara por delante. He decidido que a partir de ahora, este tipo de entradas vendrá con etiqueta propia: Escaparatología (o esa ciencia encargada de estudiar los fenómenos paranormales que acontecen entre los cristales de los establecimientos visibles al público viandante).

05 julio 2011

A veces me pregunto qué habría pasado si tú y yo..., si nosotros..., en fin, ya sabes.


Quizá podríamos haber sido felices en modo estándar, felices al uso, felices, como los demás. Habríamos ido a cenar cada sábado, y al cine cada domingo. Habríamos pasado nuestra vida frente a la televisión, mirando sin ver nada y hablando por hablar, sin estar hablando de nada en realidad. Habríamos hecho muchas cosas, entre ellas el amor, y como de costumbre, como por costumbre. Habríamos acumulado días juntos, como quien acumula cupones descuento. Así de cutre e insípido.

Habríamos sido tan, tan felices...

Soy adicta a la contradicción, no confíes en mí.


Te lo advierto, no te fíes. No te creas nada de lo que te diga. Porque puedo morir de celos y permanecer impasible, puedo quererte de golpe y no querer hacer nada para demostrarlo.

Hielo por fuera, eso es todo. Ese es el problema.

Yo, que soy complicada, que soy extraña y le he cogido el gusto al sabor a incógnita. Yo, que prefiero no saber a qué estamos jugando. Yo... que soy adicta a la contradicción.