23 abril 2011

Rabo de nube

Ayer empecé a callejear por mi barrio y acabé en una calle en la que no había estado antes. En Madrid esto es así: cambias el recorrido de siempre, te metes en una calle nueva y algo descubres. Creo que por eso me gusta tanto esta ciudad.

La cosa está en que, como decía, paseaba tranquilamente por una calle en la que no había estado antes.

Iba metida en lo mío, mirando al suelo, esquivando los charcos de la acera que esta maravillosa Semana-Santa-revuelta-meteorológicamente-hablando ha dejado, cuando de pronto levanto la vista hacia un dúplex y veo algo que me deja un rato procesando lo que mis ojos tenían delante:

Un balcón pintado de cientos de miles de colores.

En aquella pared había dibujos de pájaros, arcoíris, frutas y otras cosas absurdas que venían a querer conformar algo parecido a un paraíso. Además, en el suelo, una bombona naranja, de aquellas antiguas. Debía haber más cosas, pero me chocó tanto ver una bombona en medio de todo aquello que no me fijé en nada más.

Y enmarcando el fresco y su decorado rococó, una frase: "Rabo de nube".

Rabo de nube...

Tenía que haber sacado una foto.
O haber tocado el timbre.
Curiosa tenía que ser la persona que viviera ahí dentro.


12 abril 2011

Podría haberlo olvidado.


Al fin y al cabo soy así, un desastre con poca memoria a la que siempre se le escapan los detalles. Sí, podría haberlo olvidado por completo. No habría sido raro tratándose de mí. Sin embargo no lo he hecho...

Recuerdo que hacía frío, que llevaba mi abrigo negro, que estaba anocheciendo, que llegaba tarde, que te hice esperar, que te buscaba en la plaza equivocada, que hablábamos por teléfono tratando de encontrarnos, que me dio un vuelco el corazón cuando te vi entre la gente, que me sonreías, que estaba nerviosa y hablaba sin parar, que dimos absurdos paseos infinitos, que no podía dejar de mirarte y eso te incomodaba, que en aquel bar no servían mojitos porque tenían que pensarse si debían meterlos en la carta o no -que nos reímos del dramatismo con el que el camarero nos dijo eso, como si de una cuestión de vida o muerte se tratara-, que el vino de la cena que no tocamos me mareó, que acabamos a media noche en la misma plaza donde horas antes habíamos quedado, que no había nadie más, que me senté en un banco de piedra, que estabas de pie frente a mí, que te miré fijamente y sacudí la cabeza mientras pensaba "no se atreverá", que no te atreviste, que después de muchas tonterías me cogiste de la mano y diste el paso, que te acercaste a mí despacito, que me diste el beso más tierno del mundo, que me enamoré en ese mismo instante...