24 noviembre 2010

Llévame contigo.



Prometo no pesarte.
Guárdame en tu bolsillo, junto a las ganas de volver a verme.
Colócame en algún rincón, no ocuparé demasiado, 
te doy mi palabra.
Tenme cerca, muy cerca. No me sueltes, no te olvides de mí. 
Llévame contigo,

aunque no esté a tu lado.



Texto inspirado en la última frase de Anoniman, poeta inquieto de versos cortos.

14 noviembre 2010

Observen decencia en el vestir


Una mañana cualquiera de noviembre decido abrigarme convenientemente (que mi cuerpo no se hizo para la estepa y sufro más que nadie las inclemencias meteorológicas) y llevarme a Réflex al Cerro de los Ángeles, en Getafe, al sur de Madrid. Por si entre los presentes hay alguien que quiera saber más sobre este sitio, aquí dejo un interesante link al artículo correspondiente de la Wikipedia, del que quiero destacar una frase en concreto:

“En la actualidad al llegar la noche, los aparcamientos de la zona de abajo es un lugar frecuentado por gays para realizar dogging una práctica común entre miembros de colectivo gay"

He aquí la prueba de que la Wikipedia es la mejor herramienta para hacer tus trabajos de instituto. Lo tiene todo, oiga. Información de rigor, contrastada y veraz, aderezada con impecable coherencia y cohesión en cada una de sus frases. El internauta medio que teclea “Cerro de los Ángeles” en una “encliclopedia” virtual desea estar al tanto de este tipo de detalles, claro que sí.

Volviendo al tema de mi excursión, una mañana cualquiera de noviembre, demasiado fría como para que mis manos pudieran soportarlo, me echo a caminar y comienzo la ascensión al Cerro de los Ángeles. Que así dicho, puede parecer que aquello es como subir al Teide, pero no tiene más de 666,235 metros (según Wikipedia también, por supuesto. No llevé cinta métrica). No había dado diez pasos, cuando me topo con este cartel:

Transcribo:

“ !ATENCIÓN! LA ZONA RELIGIOSA permanecerá abierta desde las 8h. hasta ¼ de hora después de la puesta de sol. Exceptuando esta hora el acceso al recinto permanecerá cerrado.”

Hasta aquí todo relativamente normal. Sigo caminando y me encuentro con esto:


La frase "observen decencia en el vestir" retumba en mi cabeza durante unos segundos. Empiezo a inquietarme y me pregunto si puedo seguir adelante. Llego a la conclusión de que mi ropa de invierno es lo suficientemente decente como para continuar con el paseo. Más adelante leo esto en otro cartel:



... transistores, cassetes, decencia en el vestir, dignidad de este lugar...

Por un momento tengo la sensación de haber viajado 60 años atrás en el tiempo. Mi turbación crece exponencialmente, pero supero el pasmo y doy un par de vueltas más, y de paso, saco algunas fotos...



Milagro






Después de un rato decido que es hora de volver a casa. Pero antes de abandonar el Cerro de los Ángeles, el colofón perfecto a esta ronda de acontecimientos desconcertantes, a mis pies:



Que según decía el cacharro, la señora estaba ahí desde el año 2000.

 Hay demasiadas cosas de las que no advierte la Wikipedia. Menos gente en mitad de prácticas sexuales, yo vi de todo. Por si alguien se anima, ya saben, ropa decente, y cuidadito con lo que se deja en el coche, que se ve que estos del dogging tienen la mano larga...



03 noviembre 2010

...baja las luces.








Horror. Tenía en mi tarjeta de memoria unas cuantas fotos, algunas de ellas enseñables incluso. Pretendía publicarlas en el blog, como hago de vez en cuando. Pero yo, yo que siempre llevo encima una torpeza infinita, toqué cuatro botones infernales y todas las fotos desaparecieron, sin pasar siquiera por la papelera de reciclaje. Qué insensatas. Tal y como está el medio ambiente.
Esto es lo que quedó de mi tarde junto a una lámpara de sabe Dios cuándo, que según su dueño, llevaba los cables por fuera porque no fue diseñada para funcionar con luz eléctrica, sino con velas. Las había más bonitas. Pero ya lo dije, esta foto fue la única superviviente.




01 noviembre 2010

Dependientas del mundo:


Sé que cuando decís "lo que hay fuera", en realidad estáis mintiendo.
No solo yo. Más gente. Pero nadie se atreve a decirlo.