30 agosto 2010

Es culpa tuya. Sabes que nunca se te han dado las matemáticas.


Te olvidas de que los sentimientos no siempre tienen propiedad conmutativa, y luego vienen los problemas. Esos que no sabes resolver. No sirves para esto. Esa es la única verdad.




... I could call you on the telephone. Do I really wanna know? 

20 agosto 2010

Dudas existenciales que me provocaron Los Vigilantes de la Playa sin motivo alguno.


Hoy estaba en la playa y había oleaje. Nunca me baño si hay oleaje, me da miedo. Soy así. Una vez me revolcó una ola y casi me ahogo. Lo peor es que cuando puse los pies en el suelo y me levanté, el agua me llegaba por las canillas. Y no era pequeña. Por eso, cuando no hay bandera verde recurro al sustitutivo del remojo en la orilla, como los niños. Es humillante. Pero refresca.

De vuelta a la toalla, en una de esas, y estando ya preparada para recostarme, me percato de la presencia de un hombre entrado en edad que corría alrededor de una piedra luciendo un llamativo bañador rojo.

- (Oh, Dios. El abuelo alemán de Mitch Bucanan. Bien podría serlo. Pecho y espalda tiene para eso. Y cómo corre alrededor de la piedra. Si hasta la música oigo...) - en paréntesis, porque eran pensamientos.

[Por favor, reproduce el vídeo para proporcionar a las preguntas la carga emotiva que merecen]



Y con esa matraquilla en la cabeza me tumbé al sol. Será por eso que me surgieron las siguientes absurdas dudas existenciales sin respuesta:

1. Si diariamente se ahogaba gente en la playa de los vigilantes de la playa, ¿por qué nadie se encargaba de cerrarla?, ¿por qué la gente seguía yendo?, ¿realmente vale la pena arriesgar tu vida por ver a Pamela Anderson en bañador?

2. ¿Por qué en el paseo marítimo de la playa de los vigilantes de la playa siempre, siempre, siempre había chicas en bikini y patines sonriendo? Yo he ido a muchas playas durante toda mi vida. Y jamás he visto chicas en bikini y patines sonriendo en los paseos marítimos.

3. En otro orden de cosas, ¿por qué la gente cree que un ladrón es incapaz de levantar una toalla y llevarse las cosas que hay escondidas debajo?

4. ¿Qué clase de instinto arraigado en nuestra naturaleza humana hace que, siendo seres sin amaestrar, insistamos en intentar hacer un agujero infinito en la arena? (o, en su defecto, hacer piscinas en las que continuamente se filtre el agua, o castillos/edificaciones-inclasificables justo en la orilla del agua pretendiendo que ésta no se los lleve. En cualquier caso, se trata siempre cosas que implican infinitud en la acción a llevar a cabo), ¿proporciona acaso algún tipo de gratificación espiritual a los críos?

[Si me hiciste caso, la música aún no habrá terminado. Tienes hasta que acabe para reflexionar] [Qué mítica intro, por cierto. La de bocadillos de jamón serrano que me comí yo viendo esa serie]

16 agosto 2010

Estoy haciendo las maletas. No quiero dejar nada atrás.


Lo reconozco. Tengo miedo. Un poco, al menos. Nunca había comprado un billete de avión solo de ida. Supongo que es lo natural... ciudad nueva, gente nueva, casa nueva, carrera nueva. Todo nuevo, todo diferente. Era lo que quería, desde hace demasiados meses, desde que me di cuenta de que lo mío no era vivir entre diccionarios y juzgados.

Igual estoy cometiendo un error. Me iba bien. Puede que incluso mejor que a muchos otros que sí tenían vocación de traductores, será por eso que me costó tanto que me entendieran. Aunque fuera así, si seguía por ese camino sé que al final de todo acabaría en el sitio equivocado (es ahora cuando cobra más sentido lo de Raquel busca su sitio...).

En menos de dos semanas sale el vuelo a Madrid. Si me lo hubiesen dicho hace algunos años probablemente no me lo habría creído. A mí que me acojonaban las ciudades grandes... Estoy empezando a hacer ya las maletas. Es demasiado tiempo el que voy a estar fuera. No quiero dejar nada atrás.

No quiero dejar nada atrás.

...que voy a echarles mucho de menos. Que sé me leen aunque no comenten casi nunca. Que intento hablar del tema lo menos posible y hacer como que no pasa nada, como que estoy igual que siempre. Estoy segura de que esto es lo que quiero. Segurísima. Pero eso no quita para que me duela irme. Que sí, que está internet, y que yo soy la persona más metida en el mundo virtual que existe. Pero no es lo mismo, no es lo mismo.

Eso. Voy a echarles de menos...

12 agosto 2010

Lágrimas (de un tal San Lorenzo)



A modo de ejemplo gráfico. Eso hacía anoche antes de mi desconexión mental. Antes de quedarme pasmada mirando las estrellas. Antes de marearme física y mentalmente. Subir al Teide no es solo subir al Teide. Antes hay que lidiar con cientos de curvas. Y si encima vas cargando pensamientos...

09 agosto 2010

Quieta

No veo nada. No quiero dar ni un paso. Caminando a ciegas sé que acabaré tropezándome. Prefiero quedarme quieta. No recordaba haber estado envuelta en una oscuridad tan profunda jamás. Me marea. De nada me sirve abrir los ojos con todas mis fuerzas, si no soy capaz de distinguir ni una silueta. Nada. Tan solo el color negro que se funde conmigo.

Yo, aquí, en medio de esta penumbra casi sólida que hace juego con un silencio sepulcral, espero a que pase algo. Espero siglos, completamente inmóvil, hasta que tu respiración me sorprende. Se pega primero a mi cuello, y me deshago poco a poco mientras sube despacio y se detiene en la oreja que mi pelo ha dejado al descubierto. Ahí se queda. Me susurras frases aleatorias mientras las puntas de tus dedos se hunden en mi espalda. Y me estremezco, porque solo tú sabes mezclar así ternura y deseo.

Caricias milimétricas, respiración agitada, pulso acelerado. Acércate más. Más. Llega hasta mi boca. Desoxigéname.

...

He tenido un sueño extraño. De esos que confunden. De esos que te dejan el resto de la mañana a tres centímetros del suelo, y en los labios el sabor de un beso que no has dado.







07 agosto 2010

A veces creo que nadie me conoce.

Ni esa de ahí.

"Flora y Fauna de Verbena" [Fascículo #1]: EL BAILADOR



El bailador (en latín baila bailare), también conocido como latin lover de verbena es un sujeto habitual en toda fiesta patronal. Se concentra en bailes nocturnos populares, generalmente realizados al aire libre y con orquesta en vivo. En casos aislados, pueden encontrarse incluso en discotecas y pubs.


Morfología y características comunes

Aunque todos los miembros de esta especie son hombres, estudios taxonómicos recientes revelan que el bailador no posee un perfil definido. No parece existir coincidencia alguna en la edad, la vestimenta, el aspecto físico o el estado civil. "Un bailador nace, pero también se hace" - decía Jean-Paul Sartre, haciendo referencia así al pluralismo de estos individuos y su capacidad de autoinvención.

Aun siendo así, es cierto que podemos encontrar en ellos ciertas características comunes. El bailador será fácilmente reconocible por su inagotable energía. Está biológicamente preparado para aguantar hasta 48 horas de baile sin descanso. Además, no le gusta actuar en conjunto. Prefiere caminar en solitario de un lado a otro de la pista adoptando la postura de cortejo (manos en puño, brazos semiflexionados que se mueven al ritmo de la música y leves saltitos al caminar).


La reproducción y el problema de la superpoblación de bailadores

Resulta curioso observar cómo en algunas ocasiones pueden concentrarse en una misma verbena decenas de bailadores, llegando incluso a superar en número a las féminas presentes en la pista. En casos como esos la probabilidad de reproducción inmediata se ve (aún más) reducida.

A pesar de ello, no flaquean con facilidad ante las adversidades. Son capaces de sacar a bailar a una mujer reiteradas veces durante una misma velada recurriendo al clásico ritual de invitación:  sonreír ampliamente y extender ambas manos en señal de sugerencia amable. Todo ello sin mediar palabra y, por supuesto, sin dejar de mover los pies rítmicamente. El aferramiento a una amiga o la frase "lo siento, me duelen los pies" son las reacciones femeninas de carácter negativo más comunes.

Amenazas naturales

Actualmente el metrosexual constituye la mayor amenaza de esta especie.


06 agosto 2010

Ni siquiera me mires a los ojos, no hace falta que hagas ese esfuerzo sobrehumano.



Tú deja caer alguna de tus preguntas reglamentarias sobre cómo me ha ido el día y sigue caminando a paso lento mientras concentras toda tu atención en sortear las baldosas blancas del pavimento bicolor, parece mucho más interesante.

Paseo eterno, conversación de ascensor, cena insípida. Pan de cada día.

Podría acabar con esto ahora mismo. Pararte en seco, agarrarte con fuerza y obligarte a escuchar lo que de verdad pienso mientras atravesamos este callejón. Que no me acuerdo de la última vez que me estremecí con una de tus caricias, que miro el reloj trescientas veces cuando estoy contigo, que ya no quiero intentar que todo vuelva a ser como antes. Que sé que piensas lo mismo, que te aburro, que esto no es vida. Que mereces más, que merezco más. Que la pasión se ha muerto, que te quise mucho, quererte de amor, de amor de estar enamorada, pero que no deja de ser una frase en pretérito. Podría hacerlo, de ser valiente. Podría echar veneno, soltar tu mano, salir corriendo, herirte. Pero no es eso lo que quiero. Porque te quiero, te quiero mucho, quererte de cariño, de no querer perderte.

No. No puedo.

Que pase esta noche hasta que por fin acabe.




Kate Nash
Made of Briks (2007)
Foundations

Después de un suicidio verbal, lo natural era morir en el acto. Y eso hice. Que más da. Si era lo que quería. Desenredar pensamientos, soltarlo de una vez, atarme la soga al cuello.